El tiro de gracia que pone fin a la masacre de 46 personas no fue disparado por las armas de los paramilitares asesinos, sino por los Ministros que este 12 de agosto de 2009 les otorgaron la libertad
El estruendo suena en la primera sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). El sonido hueco del mazo sobre la mesa que pone fin a la sesión estremece el salón: el crimen ha sido consumado. Tras los disparos de hace casi 12 años, el sonido del mazo es el equivalente al tiro de gracia que pone fin a la masacre. El último tiro no fue disparado por las armas de los paramilitares asesinos, sino por los Ministros que este 12 de agosto de 2009 les otorgan la libertad.
Sobra rebuscar entre los legalismos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Es vano buscar “las razones” por las que los Ministros de la Corte han decidido liberar a los asesinos de decenas de indígenas incluidos niños y mujeres embarazadas. Los Ministros han otorgado 26 amparos a favor de los asesinos que ejecutaron la masacre de más de 40 indígenas el 22 de diciembre de 2007. 20 de los amparos les dan la libertad inmediata a los responsables de la matanza.
Como se ha hecho costumbre, el edificio de la SCJN fue custodiado por elementos de la Policía Federal Preventiva (PFP), los mismos asesinos que ya han sido absueltos por la Corte en el caso Atenco y cuyas acciones son legitimadas en las versiones preliminares de la resolución acerca del caso Oaxaca. Los asesinos que obstruyen la puerta “protegen” de los hombres y mujeres indígenas que entristecidos exigen justicia frente al recinto a los asesinos de adentro que, desde la sala de “justicia”, elaboran las resoluciones que protegen a los ejecutores de las masacres: militares, policías estatales y federales y ahora paramilitares.
Hace apenas unos meses los indígenas sobrevivientes de la Masacre de Acteal emprendieron una campaña de difusión que estaba encaminada a exigir que los asesinos de sus familiares no fueran liberados. Testimonios desgarradores de dolor y llanto presagiaban lo que hoy es una realidad: los asesinos han sido absueltos. La incertidumbre y el temor invaden a los sobrevivientes. “Las abejas” lloran ante la Corte que premia con la libertad a criminales y asesinos materiales, mientras a quienes dieron las órdenes de ejecutar la matanza -el ex presidente Ernesto Zedillo, los ex secretarios de Gobernación Emilio Chuayffet y de la Defensa Nacional Enrique Cervantes, y otros actores de los gobiernos federal y estatal- no se toma la molestia siquiera de mencionarlos.
En la fecha que se conmemora el penúltimo día de la resistencia de México Tenochtitlan, hace ya 488 años, este 12 de agosto, el exterminio indígena continúa, las balas asesinan indígenas en sus pueblos y comunidades, las resoluciones de la Corte les niegan la justicia, el desprecio del poder se burla de sus familias, la impunidad se hace enorme a cada momento, los asesinos obtienen su libertad, las victimas rompen en llanto, los muertos no pueden descansar en paz.
Al final de este 12 de agosto de 2009, a los indígenas tzotziles como a todos los hombres y mujeres dignas sólo les resta el dolor, el coraje, la indignación.
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