LOS OTROS AMORES

Texto tomado de la revista REBELDIA #64

LA OTRA SEXUALIDAD

No puede haber libertad política sin libertad sexual

Sofía Estelí Montoya y Eva María Serna

Los cuatro ejes del capitalismo: despojo, explotación,
desprecio y represión, atraviesan el cuerpo para
someterlo, dominarlo, reprimirlo, anularlo para la vida,
y utilizarlo para la producción de ganancias. Diversas
organizaciones defienden, resisten y revierten esa
lógica desde su experiencia vital, desde su Eros, sus
cuerpos y fantasías.

Participaron en el Primer Festival Mundial de la Digna Rabia.

Se construyeron puentes
de resistencia entre todos y todas, nos conocimos
más. Ellas y ellos, lanzaron al cielo su cabellera larga,
mostrando al sol sus caras maquilladas y su sonrisa
digna. Muchos fueron los mundos que se encontraron,
escucharon, dialogaron y convivieron. Aprendizajes
que van cambiando nuestra vida.

Colectivos como la Red Mexicana de Trabajo
Sexual; Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa
Martínez”; el colectivo Miserables Libertarios, de
Morelos; el Grupo de Poliamor “Otros Amores”, del
Distrito Federal; el Colectivo Feminista Cihuatlatolli, de
Orizaba, Veracruz; la Red de Democracia y Sexualidad,
de Puebla; el Consejo Nacional Urbano y Campesino
(CNUC), de Tlaxcala; y el Espacio Social y Cultural La
Karakola, del Distrito Federal, entre otros, mostraron
sus voces al unísono cuando se trató de la lucha por la
igualdad sexual y por el respeto a la diferencia.

Colectivos que nos hablan de su dignidad, su
lucha por la diferencia, por otras formas de amar y
ejercer la sexualidad libremente. Colectivos que están
dispuestos a defender su derecho a vivir con libertad,
a ejercer el amor con plenitud y a ejercer el trabajo
sexual libremente. Tienen muy clara la doble moral
que usan los de arriba para violar, vejar, despreciar,
arremeter y explotar.
Ellas, ellos y elloas nos hicieron ver que el poder
también se ejerce con la dominación del cuerpo, del
placer, del deseo. Ese poder patriarcal que dicta cómo
debes amar, cómo debes comportarte en la cama,
con quién y de qué manera es permitido formar una
pareja, aunque esto signifique renunciar al amor que,
como sabemos, es diverso. Aunque, en el mundo en
que vivimos, es excluido, vendido como mercancía
y anulado. Las, los y loas integrantes de los diversos
grupos compartieron un diálogo que dignifica la
diversidad sexual, que se compromete por un mundo
donde l@s otr@s sean considerad@s en su diferencia,
en su multicolor, en su dignidad como personas.
La principal coincidencia fue que la dominación se da a
partir de la represión sexual y de la dominación de nuestros
cuerpos, algo de lo que ellas y ellos se están recuperando:
“La mejor vacuna es la justicia y el castigo a todos los
culpables del despojo, represión y muerte, la libertad de
hacer con mi cuerpo lo que yo quiera, la democracia para
decidir en dónde quiero trabajar”, dijo David Avendaño,
mejor conocida como Krisna, de la Brigada Callejera de
Apoyo a La Mujer “Elisa Martínez”.

La dominación del cuerpo

La primera lucha es contra la represión, el odio, la persecución, discriminación y violencia de que son objeto por parte del Estado y algunos sectores de la sociedad. La lucha contra el olvido y la anulación de la vida plena, y la sensualidad del Eros. En la feria de la Digna Rabia, las y los compañeroas se mostraban libres con sus cuerpos, sin las cadenas del prejuicio,
despojadoas del poder que impone al amor como uno sólo, de la moral de arriba que se persigna frente al y la diferente mientras viola, veja, desprecia y destruye.

En Cideci, al comenzar la mesa sobre la Otra
Sexualidad, Susana, de la Red Mexicana de Trabajo
Sexual, nos habló sobre varias estrategias que utiliza
el poder para someter al cuerpo: “La sexualidad y el
cuerpo deben ser libres, tenemos que disfrutar hacer el
amor como también disfrutamos comer, porque todos
comemos y todos cogemos ¿qué no? Si nosotras estamos
bien con nosotras mismas, pues vamos a estar bien,
pero si en nuestra sexualidad hay algo mal, también
lo vamos a reflejar. La sexualidad es otra manera de
controlarnos, si disfrutamos nos dicen que somos
pecadoras y es mal visto por la sociedad, pero si pones
un diezmito, lo olvidan, o si eres parte de la clase alta,
pues eres la señora del gobernador o del presidente,
entonces esto nos dice que la prostitución ahí se lleva
a cabo. Pero en el trabajo sexual no señores, el trabajo
sexual es tan digno como cualquier otro trabajo. Ahora
ellos lo quieren adornar: sexoservidoras, ¡oh qué
elegancia! Para ellos, queremos decirles que ya no
estamos en la época de la servidumbre, eso ya acabó y
lo vamos a tumbar y por eso estamos aquí”.

Las compañeras de la Red Mexicana de Trabajo
Sexual también destacaron que la cultura capitalista
recurre a muy variadas estrategias en su guerra contra
el Eros: “una es la banalización de la sexualidad; dos,
la siembra prematura a través de la pornografía que
utiliza con los niños; y tres, su alianza con las fuerzas
religiosas que atrofian el gozo de la sexualidad. Pero
bueno, hoy aquí hablamos de la otra sexualidad, de la
construcción de una cultura erótica que contribuya a
mirar un poco la explotación del hombre y de la mujer.
Una sexualidad que es en sí misma anticapitalista,
pues introduce el goce del otro, el otro que, en la
lógica del Eros, ya no puede ser visto como propiedad,
tampoco como una opresión. Queremos luchar para
que las causas que generan la explotación sexual,
comercial e infantil se erradiquen. Esto significa que,
mientras sigamos reproduciendo las relaciones sociales
capitalistas, seguiremos alimentando el crecimiento del
sexo comercial en sus diferentes modalidades, como
mercancía emblemática del capital trasnacional”.

El Grupo de Poliamor “Otros Amores” compartió
esta misma rabia con la Red Mexicana de Trabajo
Sexual. Se manifestó en contra de la dominación
del cuerpo por parte del poder e invitó a no permitir
que nosotros mismos nos censuremos, pues, cuando
se trata de amar, las posibilidades son infinitas, y
al negarnos la posibilidad de dignificar todas estas
formas, mantenemos al capitalismo caminando. La
lucha, entonces, está con nosotros mismos: “Nosotros
nos dedicamos a cuestionar y empezar a hacer la
revolución desde la vida cotidiana, desde el cuerpo,
desde la manera en que nos relacionamos amorosa y
afectivamente con otros. Y, de entrada, decimos: hay
que entender que el Estado, que el poder, no solamente
está allá afuera con los fascistas que nos chingan,
está entre nosotros. Ese es el peor policía, lo tenemos
encarnado en la piel. Entonces nos interesa trabajar
desde ahí: desde la revolución de la vida cotidiana.

“¿Realmente estoy respetando la libertad del otro
ser humano con el que convivo? Porque, para colmo,
el capitalismo y el patriarcado han sido tan sagaces
que nos han enseñado cómo hablar, cómo vivir, cómo
pensar, cómo amar y el cuento de la vida cotidiana,
los roles de género, y cómo tenemos una convivencia
para ponernos de acuerdo hasta en las cosas más
sencillas. Nosotros creemos que paralelamente al
trabajo político que se está haciendo para la lucha
en defensa de las comunidades, de los pueblos, de la
soberanía, etcétera, también, al mismo tiempo, está
rescatar la singularidad humana, rescatar la posibilidad
de revolucionar nuestros afectos, revolucionar nuestra
manera de pensar, nuestra manera de sentir y, sobre
todo, la manera de estar y respetar al otro. Algo que
es muy importante y que trabajamos en el grupo: lo
público es lo privado, lo privado es lo público. No
podemos decir: bueno, en mi casa mi vida es otra. ¡No!
porque, como todo se fue germinando en el ámbito
cultural, todo eso que aprendimos en la sociedad,
lo llevamos hasta en la manera de coger. Entonces,
desde ahí estamos cuestionando lo impuesto y estamos
culturales. Los jóvenes, las trabajadoras sexuales,
los diferentes, los que preferimos otra sexualidad, los
despreciados, los miserables, los de abajo, los pueblos
indios, todos, todas, nosotros, nosotras, transformemos
estas relaciones de sometimiento y destrucción”.